MULTADO POR TENENCIA ILÍCITA DE ARMAS AL LLEVAR EN LA MANO EL SILLÍN DE SU BICI.
Nos ha llegado la carta de un jóven explicando los hechos que le sucedieron la noche del 29 de Septiembre y que suponen un escándalo y un atropello que no puede pasar inadvertido. Algunos compañerxs de la Asamblea se encontraban en el lugar de los hechos y dan fe de la veracidad de la crónica. Pero, para los más desconfiados, esta vez tenemos pruebas gráficas que corroboran los hechos. También nos han llegado multitud de testimonios de la gente que se hallaba presente y que quedo escandalizada. Varixs fueron lxs que sacaron sus móviles para recoger los hechos, a lo que los agentes reaccionaron de forma torpe y nerviosa al comenzar a identificar a todo aquel que sacaba su móvil. La gente respondió de forma espontánea sacando sus respectivos DNIs y mostrándolos en alto. Fue toda una imagen.
Aún estamos recopilando videos que mostraremos de forma inminente. La multa tiene las identidades y firmas de lxs agentes de Policía ocultos con recuadros negros, que como está el panorama, cualquiera sabe. Debemos resaltar el hecho de que se ve claramente en los vídeos (los tendremos muy pronto) que la escena no era de violencia, sino e intento de diálogo por parte de los ciudadanxs, por lo que no entendemos donde vió el policía el “peligro claro” de que se les iba a golpear ni con el sillín ni con nada. La actitud ofuscada y testaruda del agente en cuestión pone de manifiesto su nerviosismo, al ocultarse claramente de las cámaras y marcharse finalmente. Quien está cumpliendo bien con su trabajo no tiene nada que ocultar. Como uno de sus compañeros, el cuál intentó mediar para devolverle al jóven el sillín y terminar con la sinrazón, ante la total ofuscación de su compañero, que se negó en todo momento.
El joven fue varios días después a reclamar su sillín al depósito de armas de la Policía y le dijeron que no se encontraba allí
Queremos hacer hincapié en que estos hechos son un claro reflejo de lo que está sucediendo habitualmente en las calles sevillanas durante este año, y que solo es una gota en un gran charco de abusos y graves violaciones de derechos y libertades. Esto es lo que ocurre cuando se hacen leyes absurdas a la carrera para solucionar lo que así nunca se soluciona y se sueltan a la calle agentes de policía inexpertos para llevarlo a cabo.
Por fin, esta vez, si que tenemos pruebas.
La Calle es de Todxs.
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CARTA DEL JOVEN ENVÍADA A LA CALLE ES DE TODXS:
DONDE QUIERA QUE ESTÉ, MI SILLÍN ES MÍO.
La noche del sábado 29 de septiembre salí por la Alameda de Hércules como hago habitualmente. Fue poco antes de las dos de la mañana, creo recordar, cuando pedí una última cerveza en la barra de un bar. A continuación me asomé al exterior para ver como la policía local se introducía entre la multitud, que habitualmente se agolpa en la puerta del bar, y les conminaban a dispersarse.
Sin alarmarme demasiado, pues este espectáculo viene siendo habitual en los últimos meses, había ya decidido quedarme dentro del local para terminar mi cerveza. No obstante, inmediatamente después, vi desde el interior del bar como un conocido mío se enzarzaba en una discusión con algunos agentes de la policía. La conversación parecía subir de tono y vi como tres agentes cogían a mi amigo y se lo llevaban contra su voluntad. Inmediatamente abandone mi cerveza en el local y salí con la intención de preguntar por que se lo llevaban, otro amigo tuvo la misma idea que yo. Nos acercamos a los agentes y antes de que pudiéramos decir nada, estos reaccionaron de forma histérica contra nosotros sacando las porras y diciendo que nos tranquilizaramos, a lo que respondimos que estábamos perfectamente tranquilos. En ese momento un policía local me pidió que le entregara el sillín de mi bici, y no fue hasta ese momento en el que caí en que todavía tenia dicho sillín en mi mano.
Yo utilizo la bicicleta para ir a todas partes, también para ir a trabajar o para salir a la Alameda un sábado por la noche. Diría que mi bicicleta no es mala, y mi sillín es bastante bueno, caro y cómodo. Además se da la circunstancia de que el sillín de mi bici tiene “abrefácil”, por lo que es extremadamente fácil sacarlo. Dicho esto es evidente que no acostumbro a dejar mi bicicleta aparcada en la Alameda los sábados por la noche con el sillín puesto. Era por temor a que me robasen el sillín de la bici por lo que lo llevaba en la mano.
Mientras la policía me quitaba el sillín y nos identificaba, parece que ya habían soltado y multado a mí amigo. También mientras esto sucedía otros conocidos se acercaron a ver lo que pasaba. Una vez nos identificaron nos soltaron y empecé a pedir mi sillín. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que no me lo iban a devolver. Pregunté por que me lo habían quitado y me dijeron que ellos no sabían “si yo iba a agredir a un compañero con él”. Les expliqué tranquilamente la razón por la que llevaba el sillín en la mano, sin embargo el policía que había sustraído mi sillín estaba patéticamente nervioso, entupidamente irritado y no atendía a razones. Mientras se llevaba el sillín yo y los conocidos que se habían acercado nos enzarzamos en mil y una discusiones con la policía local a nuestro alrededor.
Cuando volvió le dio un papel a un compañero suyo que identifiqué como una multa. Tal era la cobardía de este sujeto que ni siquiera se atrevía a mirarme a la cara mientras me ponía su estúpida multa. Cuando vi el documento de “ocupación de armas” que me entregaba me enfadé. Me negué a firmarlo y cuando me lo dio hice una bola de papel y lo tiré al suelo. En seis años con esa bici no me habían robado ni una tuerca. Le hice saber al policía el poco respeto que me podía inspirar el cuerpo al que pertenecía si, después de mucho tiempo sacando el sillín de mi bici para que no me lo quitara un amigo de lo ajeno, era finalmente la policía quien me lo iba a robar. Tras algunos minutos más de inútil discusión lo dejamos por imposible y abandonamos la escena del crimen.
Valga decir que por llevar el sillín en la mano se me va a imponer una sanción administrativa de hasta setecientos euros, que por supuesto recurriré; y que el sillín, todo parece indicar, no me va a ser devuelto y permanecerá en el deposito de armas de la policía local de Sevilla, justo entre las catanas y las ametralladoras. Dicen que en Sevilla hay muchos robos, sin embargo en los diez años que llevo en esta ciudad solo me ha robado la policía local.